La lluvia trae a mi mente exquisitos recuerdos, como aquella ocasión; era una tarde de julio a las afueras del colegio, corría un viento que levantaba graciosamente mi falda, tus manos abrazaban mis senos que vírgenes aprendían a sentir, inundada por la curiosidad que emanaban del fuego entre mis piernas, te robe un beso. Me aprisionaste contra un roble, y sin pedir permiso sentí tus caricias atravesando mi piel.
Tus manos no paraban de descubrir emociones nacientes .Mi cuerpo no dejaba de reaccionar a tus estímulos, que torpes trataban de encontrar aquello que después de muchos años entendí que no volvería a sentir.
Y bajo la lluvia que trataba de saciar nuestra sed , sentimos por primera vez la necesidad de deseo , ese deseo que fue ante todo inocente y ante el cual tuvimos el valor para decirnos que no.
Colérica, andrajosa te ame y lo sigo haciendo en mis letras, porque eres y serás siempre motivo para escribir ya que el deseo mas puro surgió de ti.
